Hagámonos
cargo
(Escrito por Fernando Barletta)
Parece ser que una
actitud humana muy habitual es la de echar culpa a otros en aquellas
situaciones en que algo anda mal. El
excelente libro La Culpa es de la Vaca
(Jaime Lopera Gutiérrez y Marta Inés Bernal Trujillo – 2002, Intermedio
Editores-) nos ayuda a ilustrarnos con una curiosa anécdota:
“Este texto, cuyo resumen fue
publicado originalmente por el profesor Fernando Cepeda en su columna habitual
de El Tiempo, es una excelente demostración de una conducta muy nuestra
relacionada con la ramificación de la culpa.
Se estaba promoviendo la exportación
de artículos colombianos de cuero a Estados Unidos, y un investigador de la
firma Monitor decidió entrevistar a los representantes de dos mil almacenes en
Colombia, La conclusión de la encuesta fue determinante: los precios de tales
productos son altos, y la calidad muy baja.
El investigador se dirigió entonces
a los fabricantes para preguntarles sobre esta conclusión. Recibió esta respuesta: no es culpa nuestra;
las curtiembres tienen una tarifa arancelaria de protección de quince por
ciento para impedir la entrada de cueros argentinos. A continuación, le preguntó a los
propietarios de las curtiembres, y ellos contestaron: no es culpa nuestra; el
problema radica en los mataderos, porque sacan cueros de mala calidad. Como la venta de carne les reporta mayores
ganancias con menor esfuerzo, los cueros les importan muy poco. Entonces el investigador, armado de toda su
paciencia, se fue a un matadero. Allí le dijeron: no es culpa nuestra; el problema
es que los ganaderos gastan muy poco en venenos contra las garrapatas y además
marcan por todas partes a las reses para evitar que se las roben, prácticas que
destruyen los cueros. Finalmente, el
investigador decidió visitar a los ganaderos. Ellos también dijeron: no es
culpa nuestra; esas estúpidas vacas se restriegan contra los alambres de púas
para aliviarse de las picaduras.
La conclusión del consultor
extranjero fue muy simple: los productores colombianos de carteras de cuero no
pueden competir en el mercado de Estados Unidos "¡porque sus vacas son estúpidas!"
Esta anécdota
lleva a preguntarme cuántas veces en mi cotidiano no puedo hacerme cargo de las
cosas y termino culpando a los otros. Y
luego, claro, cuando ese inevitable futuro poco venturoso finalmente se
convierte en un presente desdichado vuelvo a recriminarme por haber elegido mal
en las últimas elecciones presidenciales.
¿Por qué no nos
podemos hacer cargo de las cosas? ¿Qué
nos duele si lo hacemos?
No lo sé. Apenas puedo conjeturar.
Asumir errores y
falencias no es fácil, debe existir para ello la capacidad personal de
enfrentar una realidad que puede desagradarnos, descalificarnos, o
desvalorizarnos. Pero, a mi criterio,
nada más lejos de la verdad; el desagrado, la descalificación y la
desvalorización, son siempre proyecciones propias hacia lo que los otros pueden
pensar de nosotros. Y esa proyección nos
aprisiona.
Si somos capaces
de aceptar un yerro o una falencia podremos, entonces, ser capaces de
corregirla; y así, CRECER. En cambio,
mientas tengamos la tendencia de señalar a los demás como culpables de lo malo,
nos dejará inermes ante el problema pues la solución o la mejora estará siempre
fuera de nosotros… ¡Y terminaré
disparado yendo a ver a la tarotista para que me diga cuál es mi destino!
Y esta última
opción no me resulta muy linda, creo que prefiero hacerme cargo de lo que me
toca.
Fernando Barletta
Artebar Buenos Aires - Escuela de Actuación
HUMILDAD
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